Puede que DiMartino y Konietzko no sean revolucionarios en su cóctel de tópicos orientales pasados por el filtro de occidente pero su amor por las culturas asiáticas se nota en cada episodio, y desarrollan con tanta simpatía los personajes que el universo de Avatar termina siendo respetable y digno de querer por si acaso solo. Este amor se nota, por poner un ejemplo, en el avance del príncipe Zukko, el heredero del imperio del Fuego, al que acaban dedicando exactamente el mismo o mucho más esfuerzo que al propio Aang.
Esto les dejó ofrecer una obra para todas y cada una de las edades pero mucho más adulta, proponiendo aventuras mucho más poéticas y una temporada final que meditaba sobre el ascenso del nazismo. En junio del actual año, tras dos años de trabajar construyendo la serie, Bryan Konietzko y yo hemos tomado la bien difícil resolución de dejar la producción”, ha explicado Dante DiMartino en un comunicado subido en redes sociales. Tras meter este rollo, vale la pena decir que Avatar es una obra muy entretenida para preadolescentes.
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Es la crónica de la creación de un guerrero de esta manera que Dragonball al comienzo eran las aventuras de un joven que aprendía a desarrollar sus poderes conforme se encontraba óbices, solo que en un caso así con un sentido de la violencia adecuada y sin un humor gamberro. La narración de Aang es la del niño que un buen día revela que puede ser el Avatar en un momento histórico complejo, en el momento en que la Nación del Fuego intenta aplicar otra vez sus proyectos expansionistas y colonialistas, utilizando que no hay un Avatar en activo que logre evitar sus proyectos. Con 12 años recién cumplidos, siendo el último superviviente de una matanza de los Nómadas del Aire, Aang no posee otra opción que estudiar a controlar las disciplinas si quiere evitar que el mundo finalice sometido al Fuego, con el apoyo de Katara y Sokka, y de su leal amigo Appa, un enorme bisonte volador.
Una de las mejores noticias sobre este proyecto era precisamente que los creadores de la serie original estaban involucrados. Ellos fueron los causantes de hacer un cosmos diverso, inclusivo, repleto de aventuras y valores positivos para todas las edades con Aang de personaje principal y que duró tres temporadas y un total de 61 capítulos. Todo empezaba cuando Aang despertaba después de estar encerrado durante un siglo en un iceberg con 12 años. En vez de realizar una secuela al uso, Konietzo y Dante DiMartino optaron por hacer madurar la licencia con una animación mucho más sofisticada. La personaje principal era un tanto mucho más adulta, una joven llevada a cabo y derecha, para que reflejase mejor los enfrentamientos de un público que asimismo había crecido.
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Los responsables Michael DiMartino y Bryan Konietzko querían tener su El señor de los anillos o Harry Potter, proyectos con toques épicos y con los que desarrollar un universo propio. Su forma de distanciarse de estos referentes fue inspirándose en la civilización del este asiático con toques del taoísmo, el budismo, el yoga y las artes marciales. Se les pasó por la cabeza la imagen de un monje asiático y calvo y decidieron reconstruir su niñez. Avatar es, por encima de todas las cosas, una carta de amor a valores positivos como la amistad, la aceptación de la variedad, la necesidad de estrechar lazos entre comunidades desde el respeto, con un personaje principal que es muy consciente que carga con el futuro de la raza humana a sus espaldas, que la naturaleza es un bien preciado con la que jamás se debe perder el vínculo. Aang es un nómada del aire y asimismo el chico responsable de reestablecer la estabilidad en el planeta.
De hecho, los creadores terminarían rematando su mitología con una secuela llamada La Leyenda de Korra, que era una consecuencia lógica de Aang. Según ellos, desde la interfaz les han asegurado que desean ser fieles a la obra original y desean dejar claro que quizá hay suerte y marcha, ya que “la versión de acción real del Avatar de Netflix tiene el potencial de ser buena”. Pero es importante entender que, sea como sea esta novedosa serie, no va a ser la versión que tenían en cabeza los autores del cosmos. Son aquellas que permiten el seguimiento y análisis del accionar de los clientes en nuestra página. La información obtenida se utiliza para la medición de la actividad de los usuarios en la web y la elaboración de perfiles de navegación de los usuarios, con la finalidad de mejorar la página web, así como los bienes y prestaciones ofertados.