Diviértete con acceso a millones de ebooks, audiolibros, gacetas y considerablemente más de Scribd. En noviembre de 2003, el presidente venezolano Hugo Chávez declaró en su programa «Aló presidente» que «el Silbón no existe». Pero los contrarios políticos del presidente no tardaron en proclamar que «dentro de 50 años, el Silbón va a ser el único que podrá decir con toda seguridad y con bastante alivio que Chávez no existe más». La leyenda tiene mucho más de 300 años, pero prosigue tan viva en El Plano que el Silbón da nombre al Festival En todo el mundo de Música Llanera, que reúne desde 1974 en la ciudad de Guanare a más de 350 bailarines, músicos y cantantes oriundos de Colombia y Venezuela, quienes compiten en 19 modalidades diferentes del llamado «folclor llanero».
Pero allí no todo es festivo, y muchas muertes registradas en la región de Portuguesa y en El Llano entero se atribuyen al Silbón. Cuenta la leyenda que El Silbón recorre la región llanera con un silbido que estremece siendo escuchado. Confunde, pues en el momento en que se escucha cerca es pues está lejos, y al reves.
Afines A La Leyenda Del Silbon (
Para en el momento en que se alcanza a oír el «crac-crac», sin embargo, quizás es bastante tarde. Cuentan que hubo una vez un joven que descubrió que algo extraño pasaba entre su padre y su mujer. «Lo hice pues es una regalada», fue la explicación que el viejo dio a su hijo. La historia de historia legendaria sigue con que el joven estalló en furia, y se enfrascó en una pelea a muerte con su padre. El joven le asestó un fuerte golpe en la cabeza con un palo, que lo tumbó en el suelo, donde el hijo se le abalanzó y lo colgó. El abuelo del joven, que escuchó de la pelea, fue en busca de la víctima, a todos los efectos, su hijo.
En el momento en que sus silbidos se oyen cerca la gente pueden estar tranquilas por el hecho de que el Silbón está lejísimos, pero cuando sus chiflidos se escuchan remotos ahora puede ser tarde, pues la bestia está a puntito de atacar a su presa. Los recortes son una forma práctica de catalogar pantallas importantes para regresar a ellas después. En este momento puedes ajustar el nombre de un tablero de recortes para almacenar tus recortes. El Silbón es el engendro asesino mucho más arriesgado de los planos de Venezuela y Colombia.
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Todavía hoy, en la imaginería popular, este engendro del mucho más allí sigue cobrándose todos los años decenas de vidas. El Silbón es singularmente brutal con los borrachos; les chupa el ombligo para absorberles todo el aguardiente que llevan encima, después los aniquila y por el mismo ombligo les saca los huesos. Se lo vió en las extensas sabanas venezolanas bañadas por el río Orinoco y en las bastas praderas del oriente de Colombia. Esta planicie compartida por los dos países se identifica por ser ganadera y poco poblada, tanto los venezolanos como los colombianos la llaman «El Plano», y en sus profundidades el Silbón acecha en las noches. La bestia comparte con otros monstruos latinoamericanos la capacitad de mentir el oído de sus víctimas.
Él es El Silbón, un alma en pena con sed de venganza eterna. La señal confirmatoria de que el espíritu ronda el vecindario es un característico estruendos de huesos que chocan unos con otros. Unos suponen que son los huesos de sus víctimas más recientes; otros, que pertenecen a su propio padre. Al aceptar, usted acepta la política de privacidad actualizada.
Absolutamente Nadie Lo Hace, Contexto: El Silbón Leyenda Venezolana
Mide más de tres metros de altura, transporta un saco a cuestas con los huesos de su padre y de sus demás víctimas, y con su silbido terrorífico trae primero el pavor y después la muerte. Y lo malo es que no se contenta con matar, sino que le extrae los huesos a todos los infortunados que se cruzan por su camino para engrosar la colección que transporta en su saco. Hemos actualizado su política de intimidad para cumplir con las variables normativas de privacidad internacionales y para ofrecerle información sobre las limitadas formas en las que utilizamos sus datos. Ángel fue marcado al nacer por una maldición que convirtió su vida en un infierno. La muerte de su madre en medio de rituales de brujería y los maltratos sicológicos y físicos de su padre llevaron a este frágil ser a crecer y convertirse en un fantasma justiciero que desata una sucesión de hechos sangrientos allí por donde pasa.
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El abuelo juró castigar al joven, su carne y sangre, por el horrendo crimen que había cometido… contra su propia carne y sangre. Entonces lo amarró y le dió una andanada de latigazos con un «mandador de pescuezo», típico del llano. «Eso no se le hace a su padre…Maldito eres, pa´ toa´ la vida», le afirmaba. Para llenar la sanción, le frotó ají picante en las heridas y echó al perro de nombre Turéco para que lo persiguiera. No obstante, muchos llaneros juran que en las noches el Silbón se acerca a las casas, descarga su saco y se pone a contar uno a uno los huesos de sus víctimas, y que si nadie logra escucharlo y reacciona a tiempo para ahuyentar a la bestia, un integrante de la familia muere al amanecer.