Leyenda De La Cruz Del Diablo

La mejor de las conquistas, la mucho más codiciada de la ciudad. Se charla de que el joven se refugió finalmente en un monasterio o que su alma quedó grabada en la cruz y desapareció. Poco a poco y con el paso del tiempo, Cuenca fue ganando una gran importancia a nivel histórico y cultural. Un año clave fue el 1177, en el momento en que Alfonso VIII la conquistó. Pero no todo quedó ahí, ya que le otorgó el conocido como Fuero de Cuenca, siendo entre los más prestigiosos de la historia del Reino de Castilla.

leyenda de la cruz del diablo

Para cerciorarse de que el reo no se escapase, se dispuso que la armadura fuera repartida entre todos los vecinos de la población, y con gran resistencia de esta manera se realizó. La calma reinó a lo largo de unos años en Bellver de Cerdaña, pero un día comienzan a suceder hechos extraños. El rebaño y sus pastores empiezan a desaparecer o al amanecer se encuentran sus cadáveres, incluso durante las noches podía verse luces en el antiguo castillo. Todos en el pueblo pensaban que eran delincuentes, pero ninguno se atrevía a hacerles frente. No obstante, aquella noche pronunciamos el mucho más formidable de los juramentos, y a la siguiente dieron principio nuestras nocturnas correrías.

Y entonces, los bellos y finos pies de Diana se convirtieron en pezuñas. En el Pirineo catalán, asediada por lobos, se yergue una siniestra cruz de término cuya historia de historia legendaria se remonta al medioevo, en el momento en que un despiadado caballero diezmaba la comarca. Las solitarias calles de Bellver fueron cómplices del poeta. Entre sus callejones y esquinas el poeta paseó cavilando sobre la pluma y el papel. En esas calles el poeta escribió una historia de historia legendaria que estremece a los pobladores pirenaicos. En la medida en que las piezas arrojadas a las llamas comenzaban a enrojecerse, largos y profundos gemidos parecían escaparse de la ancha hoguera, de entre cuyos troncos brincaban como si estuviesen vivas y sintiesen la acción del fuego.

Leyendas De Castilla-la Mácula : “la Cruz Del Demonio”

Comenzaron a besarse y, cuando el joven comenzó a levantar la falda de su enamorada, cayó un rayo de forma súbita. Dice la leyenda que en el siglo XVIII un joven llamado Diego se aprovechaba de sus talentos seductoras para ir tras las doncellas para, más tarde, dejarlas tiradas. Un día llegó a la localidad una mujer realmente preciosa. Varios eran los jóvenes que trataron de cortejarla, pero no lo consiguieron. Como tiende a suceder en este tipo de ciudades, Cuenca tiene un elevado número de historias y leyendas que fueron pasando de generación en generación.

leyenda de la cruz del diablo

Fue ya en el siglo XVII cuando se construyó el edificio que en la actualidad sigue, aunque pasó por una ampliación en la segunda mitad del siglo XVIII de la mano de Jasé Martín Aldehuela. No tenía que iba a desatarse una gran tormenta, donde los truenos y los relámpagos eran los genuinos protagonistas. A pesar de todo, Diego asistió a la cita y se halló con ella, que lucía un precioso vestido.

La Leyenda De La Cruz Del Diablo

Un día, en la víspera del día de Todos y cada uno de los Santos, el joven recibió una carta. Era de su deseada Diana quien lo citaba en la puerta de la Ermita de las Angustias. Y este, que ya estaba desesperado por no hallar lo que tanto ansiaba, recibió con gran alegría lo que en la carta le decía la joven. Cuenca Pero lo que no sabía era que Diana era muy capaz.

Las cautivaba sin ningún tipo de escrúpulos tratando hallar de ella todos los favores carnales precisos para saciar su sed y más tarde las dejaba tiradas sin ningún género de remordimiento. Como es natural, además de guapo, el joven tenía grandes talentos oratorias, por tanto eran escasas, por no decir ninguna, las féminas que se resistían a sus encantos. La cruz ubicada en la bajada de las Angustias, es sin duda una cruz icónica en la ciudad de Cuenca. Sobre ella y la mano que tiene dibujada en una de sus caras, ubicamos la historia de historia legendaria de Diego y Diana, una historia de amor que todos y cada uno de los conquenses saben. Conozcamos en profundidad el Santuario, su cruz y toda su historia.

La Cruz Del Demonio (Leyenda)

Al final, todos y cada uno de los trozos fueron fundidos y la cruz fue forjada. Lejos de las miradas de los curiosos, en mitad del bosque se dispuso un pilar de alabastro donde se pondría la cruz. Los jueces mandan a todas sus fuerzas a apresar nuevamente al preso fugado. El anacoreta les dijo que quien se ocultaba tras el yelmo era el viejo señor de Urgellet, quien vagaba en pena al haber vendido su alma al demonio. Se convino que la armadura fuese derretida y que se convirtiese en una cruz.

Un día, el señor de Urgellet marcha para sumarse a la batalla contra los árabes. Para asegurarse la victoria el señor vende su alma al diablo. A los años el señor vuelve a sus tierras reclamando sin miramientos los diezmos retrasados a sus siervos.

Literatura

En tan angustiosa situación, los vecinos se repartieron entre sí las piezas de la armadura, que quizá por la centésima vez se encontraba en sus manos, y rogaron al piadoso eremita, que un día los iluminó con sus consejos, decidiera lo que debía hacerse de ella. Al mostrarse éste bajo el macizo arco de la portada de su prisión, totalmente vestido de todas y cada una armas y cubierto la cara por la gorra, un sordo y prolongado murmullo de admiración y de sorpresa se elevó de entre las compactas masas del pueblo, que se abrían con contrariedad para dejarle paso. Apenas la noticia empezó a extenderse de boca en boca y de casa en casa, la multitud se lanzó a las calles con estruendosa algazara y corrió a reunirse a las puertas de la prisión.

Allí permanecí hasta la mañana siguiente, que me hallaron mis servidores falto de sentido, y recordando sólo que, tras mi caída, había creído sentir confusamente como unas pisadas sonoras, al compás de las cuales resonaba un rumor de espuelas, que de a poco salió distanciando hasta perderse. En el momento en que pasado ahora el primer instante de terror desearon tocarle, la armadura se estremeció tenuemente y, descomponiéndose en piezas, cayó al suelo con un ruido sordo y extraño. Inmediato a la villa, y oculto en el fondo de un espeso bosque, vivía a esta sazón, en una pequeña ermita dedicada a San Bartolomé, un beato hombre de costumbres piadosas y ejemplares, a quien el pueblo tuvo siempre y en todo momento en fragancia de santidad, merced a sus saludables consejos y atinadas conjeturas. Todos guardamos silencio, hasta el momento en que, pasado el primer instante de estupor, le proclamamos a enormes voces nuestro capitán, ofreciéndole una copa de nuestro vino, la cual rehusó por señas, acaso por no descubrir la faz, que en vano procuramos distinguir por medio de las rejillas de hierro que la ocultaban a nuestros ojos.