Leyenda Del Castillo De Santa Catalina Jaen

Para ello se acometieron multitud de obras de acondicionamiento con nuevos inmuebles, y alterando habitualmente las estructuras anteriores. Al retirarse las tropas francesas de Jaén volaron gran parte de las creaciones, dejando con seriedad dañadas ciertas secciones de la fortaleza. En la habitación donde se hospedaba aún se siguen escuchando varios lamentos y ruidos. Incluso hay alguien que pudo percibir los ruidos y lamentos de la amante del condestable Iranzo, desde alguna parte del castillo…. Situada en el punto mucho más prominente de Jaén, da las mejores vistas panorámicas de la región y su ambiente.

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Y sucede que los vientos de la región hicieron que muchas cruces, la mayor parte de madera y hierro, terminaran cayéndose y fueran inútiles. Una vez pasó el tiempo, las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara eligieron dejar de lado esta peculiar encomienda.

La Cruz Del Castillo De Santa Catalina

Fue construido en 1965 sobre los restos de un antiguo alcázar morisco, junto a las ruinas del Castillo de Santa Catalina, del siglo XIII, que aún se preservan en perfecto estado -a pesar de que las tropas napoleónicas lo quemaron antes de abandonarlo- y pueden ser visitadas. Del edificio levantado por el arquitecto José Luis Picardo en los años sesenta resalta su increíble salón principal, con unos arcos cruzados a 20 metros de altura, y la decoración medieval de sus habitaciones y salones, muy apreciada por los turistas extranjeros. La toma de Jaén por las tropas cristianas del rey Fernando III , en tiempos de la Reconquista, han propiciado todo tipo de leyendas que refuerzan el papel espiritual de la contienda. Leyendas que pasaron de progenitores a hijos y que, aún hoy día, siguen teniendo presencia en esta ciudad andaluza. Muchas de ellas están enlazadas al castillo de Santa Catalina donde se desarrollaron las más cruentas peleas por aquellos años. Cuenta la historia de historia legendaria que estando el rey católico Fernando III el Beato sitiando Jaén en 1246 y cuando ya estaba resignado a levantar nuevamente el cerco a la misma tras haber tratando hacerse con ella en varias oportunidades sin éxito, la noche antes de su retirada se le apareció en sueños Santa Catalina de Alejandría mostrándole las llaves de Jaén.

Quizá este fantasma sea la joven musulmana apasionado de Miguel Lucas de Iranzo, condestable de Castilla a lo largo del reinado de Enrique IV. El profundo amor que se profesaban ambos despertaba las envidias y celos de los súbditos, que pensaban que la chica hacía que el gobernador desatendiera sus funciones públicas. Un día, aprovechando la sepa del condestable, un grupo de hombres asaltó el castillo y prendió fuego a la mujer, que estaba embarazada. Existe quien piensa que fue en este torreón donde la mora halló tan horrible muerte y que son sus lamentos los que ciertos dicen oír, mientras que arrastra y golpea los muebles. Pero de todos modos lo que mucho más atrae a los visitantes a este Parador es su inmejorable ubicación sobre el cerro de Santa Catalina, lo que le convierte en el gran balcón de Jaén.

Parador De Jaén

“Sobre la cumbre del Cerro de Santa Catalina se levantó ya en el s. IX una antigua alcazaba…” Los proverbiales vientos de Jaén brindaron al traste con muchas cruces de madera y de hierro, que quedaban inservibles cuando caían, obligando a crearlas nuevas. Muchas son las leyendas que hay sobre el precioso Castillo de Santa Catalina de Jaén.

El castillo dispone de un extenso patio de armas, ubicado en el centro de la meseta del cerro y dotado con dos aljibes. El presente castillo de Santa Catalina, fue levantado en el extremo este del cerro, a lo largo del reinado de Fernando III, su conquistador, y el de su hijo y sustituto, Alfonso X el Sabio, con la misión de controlar la localidad y los caminos de acceso a ella. El castillo de Jaén abarca tres construcciones diferenciadas, el castillo Nuevo o castillo de Santa Catalina, el castillo Viejo y el castillo-palacio de Abrehuí, los 2 últimos desaparecido casi en su integridad.

Estos fenómenos se producen sobre todo en las habitaciones 22 y 23 del Parador de Jaén, ubicadas en el torreón. Recientemente fué elegido como uno de los 10 mejores hoteles-castillo de Europa. Hay dos torre albarranas, de planta cuadrada y cubiertas con bóveda apuntada, una de ellas acoge la capilla de Santa Catalina y por último la torre de la Candela en el radical este, de planta pentagonal que aloja una enorme salón y desde cuya azotea se emitían señales lumínicas a otros puestos protectores del ambiente.

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Los acompañantes de Zoraida trataron de separarla de él, pero se dieron cuenta que asimismo había fallecido. En el sitio donde habían caído sus lágrimas, se formó una fuente que actualmente se la conoce como Caño Quebrado. Además de esto diríase que en las noches de febrero se muestran dos figuras, tal y como si de fantasmas se tratase, absolutamente abrazados, mientras que se distancian y prosiguen su camino hacia el castillo.

El castillo-palacio de Abrehuí, del que solo se conservan algunos bastiones de mampostería, se situaba en la parte llana y norte del cerro, próximo al castillo Viejo con el que compartía el mismo patio de armas y separado de aquel por murallas. Su planta era cuadrado, estaba protegido militarmente por un contramuro, gruesos muros y torreones, y dentro suyo. Sus torres han desaparecido más allá de que se conserva, muy restaurada en temporada cristiana, la puerta que da ingreso al recinto de la alcazaba, flanqueada por 2 torreones con adarve. Las tropas napoleónicas repararon este castillo para su utilización cuartelaria y militar pero lo incendiaron en el instante de su huida, Cumplió asimismo funciones de penal y de cementerio y fue asolado, entre 1965 y 1979, para su substitución por un parador de turismo. Otra historia de amor y muerte es la que protagonizaron el gobernador Omar y su mujer Zoraida durante la época musulmana.

Este suceso fue tomado por el rey como una revelación donde la Santa le estaba anunciando que, si persistía en su empeño, próximamente conquistaría la ciudad, hasta entonces en manos del rey musulmán de Granada Alhamar. Al día después, los musulmanes hicieron entrega de la fortaleza a las tropas cristianas y como agradecimiento Fernando III nombró a Santa Catalina patrona de la ciudad, poniendo su nombre a la fortaleza recién conquistada. Pero este castillo, como ocurre con otros sitios de la ciudad, está muy ligado a toda clase de historias imaginarias, ciertas románticas, otras fabulosas y sanguinarias.

Su forma es la de un triángulo alargado y está construido con mampostería menuda, sillarejo en los ángulos y ladrillo en las dovelas de los arcos. La primera fortificación propiamente dicha que se construye en el cerro tras la etapa ibérica la van a llevar a cabo los musulmanes durante los siglos VIII y IX, período en el que se construirá una alcazaba a media ladera. Esta alcazaba con funciones administrativas y protectoras fue reemplazada con la construcción de un enorme alcázar defensivo en la cima del cerro a partir del siglo X. Muy poco después, el rey español, logró del rey musulmán Alhamar la rendición de Jaén, declarándose este último como vasallo de Castilla y retirándose a Granada, donde perduraría el dominio musulmán durante 2 siglos y medio más.